A lo largo de la historia, la elección de carrerauniversitaria desde un modelo social ha sido influenciada de forma significativa por los estereotipos de género. En México, la ausencia femenina en el ámbito laboral se debía a que el pensamiento de aquel entonces estaba mayormente enfocado en el matrimonio y las tareas del hogar, mientras que a los varones se les entrenaba para la guerra y otras actividades consideradas “masculinas”.
Durante el periodo colonial, las oportunidades educativas para las mujeres eran bastante limitadas. Estas estaban casi exclusivamente orientadas a los hombres, y ellas lograban acceder por medio de conventos, donde su formación se orientaba a la vida religiosa.
Para finales del siglo XIX, se hicieron esfuerzos para promover la educaciónsuperior para mujeres en México. En 1943, se fundó la Universidad Femenina de México, para combatir la desigualdad entre hombres y mujeres dentro del sistema de educación superior del país.
A pesar de los avances, persisten prejuicios de género que asocian ciertas carreras con un género específico; por ejemplo: ingenierías para hombres y ciencias sociales y humanidades para mujeres. Estos todavía influyen en la elección de carrera universitaria en México, limitando las ofertas educativas y profesionales de ambos géneros. Dichos factores, junto con otras dificultades, pueden influir en la deserción universitaria, como se explica en el artículo ¿Por qué tantos jóvenes abandonan la universidad?
La inclusión de todos los géneros en la educación superior contribuye a la diversidad en el campo profesional. Permitir que todos accedan a carreras en áreas dictadas socialmente para un género específico fomenta un entorno más colaborativo y creativo. Este cambio beneficia a la sociedad en conjunto, pues se aportan diferentes perspectivas y soluciones a diversas situaciones.
Para promover la formación académica equitativa es necesario eliminar las barreras de prejuicios para que todos tengan acceso a las mismas oportunidades profesionales.